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Siguiendo los pasos de Jesús

Foto del escritor: LibélulaLibélula

Actualizado: 9 abr 2019

Descubre y pon en práctica cinco cualidades que glorifican a Dios y te acercan más al Maestro.




Como cristianos conocemos que el amor conlleva sacrificio. El sacrificio supone renunciar a lo que éramos en el pasado para ser renovados completamente y comenzar nuestra nueva vida. Dejar atrás y soltar siempre es difícil, mas no imposible. Es un proceso que toma tiempo y determinación.


Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante. Fil. 3:13

Pero no hay que olvidar que el Señor Jesús trazó camino y marcó un ejemplo grandioso de por donde hemos de caminar.


Jesús, un hombre de oración.


Incluso antes de ser entregado, el Señor Jesús acudió al monte a orar. ¿Puede imaginar el pesar que el sentía en su corazón? y, ¿cuál fue su primera respuesta ante lo que el sentía? la oración. Hablar con nuestro Padre es muy importante y esencial en nuestra vida, y sin embargo, es lo que rara vez hacemos durante el día. A Dios no sólo se acude en el momento de tribulación, también se le busca en el momento de bendición. Se le busca para agradecerle por su infinita misericordia que es renovada cada mañana. ¿Es usted merecedor del favor de Dios? NO. He aquí un motivo por el cual rendirse ante El y mostrar agradecimiento. El Padre siempre esta dispuesto a escucharnos.

Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Mt. 6:9

Jesús, un hombre de servicio.


La gran muestra de servicio de Jesús quizá sea cuando lavó los piés de sus discipulos. ¿Cómo Jesús pudo realizar aquella tarea? Incluso el se arrodilló y tomó forma de siervo. Al mostrar nuestra actitud de servicio debemos hacerlo con el corazón. ¿Cómo puede usted servir a otros? Acomídase a la limpieza del lugar de reunión, cuide a los enfermos, ponga aparte algo especial para repartir al necesitado, ayude con las necesidades de las viudas, busque compartir la bendición de Dios. Busque dar lo que tenga, y si no tiene, done su tiempo. Muchas veces la obra es más apreciada que la donación económica que usted pueda ofrecer.


Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Jn. 13:14

Jesús, un hombre manso.


Según el diccionario Mansedumbre es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Mantener una actitud de tranquilidad en medio de las cosas que nos generan enojo y frustración no es algo fácil. Mantener la nobleza ante las pruebas que enfrentamos, especialmente cuando somos heridos, es algo que requiere práctica y el constante recuerdo de que no debemos vengarnos con nuestra propia mano. Nosotros no respondemos con maldición, aún cuando somos atacados. Dejemos lugar al que juzga justamente. Cuide sus palabras y sus acciones ante todo, piense antes de decir algo que pueda herir irreparablemente a alguien mas. Recuerde a Jesús y cuanto le buscaron para hacerle caer, sin embargo, El siempre respondió con paz y sabiduría.


Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; Mt. 11:29

Jesús, un hombre humilde.


No importa cuantos atributos poseamos, no se igualarán a los del Señor Jesús. Y con eso en mente usted decida como debe actuar cada día. Considerémos siempre a los demás como superiores a nosotros mismos. Recordemos que lo que somos y poseemos es gracias a Dios. Y el sentir agradecimiento, también reconozcamos que recibimos solamente por gracia, no somos merecedores de algo. El Rey nació en un pesebre, en una ciudad pequeña, entró a Jerusalén en un burrito. Imagine usted al Señor y piense si usted merece más que lo que es o lo que posee. Muéstrese como siervo y humíllese primeramente ante Dios.



Jesús, un hombre santo.


Aún rodeados de un mundo obscuro y malo está en nosotros vivir una vida santa. Apartarse del mal es una decisión propia. Nosotros decidimos participar del pecado o no. Conservarnos puros delante de Dios conlleva determinación y un constante fortalecimiento en nuestro espíritu por la Palabra. Jesucristo no tuvo mancha alguna y oró por nuestra santidad. Buscar el perdón y la purificación mediante el sacrificio de nuestro Señor Jesús debe ser esencial en nuestro caminar con Cristo. Cuidemos lo que vemos, lo que hacemos, lo que oímos, lo que hablamos y lo que pensamos.

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Co. 1:1

Acerquémos al Señor, reconozcámosle y sigamos sus pasos. Ora y pide a Dios que fortalezca tu vida y te permita cada día ser un poco más como Cristo.

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